Arieh Warshel analiza un componente de la fruta típica de Coquimbo como fuente de un potencial tratamiento para pacientes con el nuevo coronavirus.
La papaya como cura para el coronavirus no es lo que algunos habrían imaginado para combatir la pandemia. Pero un científico ha comenzado a estudiar los componentes de esta fruta para una eventual cura. Eso se suma a nuevos antecedentes de la enfermedad que surgen desde Italia, uno de los países con más afectados por esta crisis.
Es antioxidante, contiene vitamina C, funciona como antiinflamatorio y también como un digestivo natural. La papaya, la fruta símbolo de la Región de Coquimbo y también de Cobquecura en el sur del país, ahora es estudiada por Arieh Warshel, premio Nobel de Química 2013, lo que podría ser una cura para el COVID-19.
“Buscamos inhibidores que formen un enlace covalente, un enlace químico real, que significa que es más difícil desconectarse de él“, explica Warshel
El doctor Ricardo Soto, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, señala: “La papaína es una proteasa con funciones similares a la proteasa del coronavirus. Lo que él (Warshel) propone es usar la estructura conocida de la papaína para buscar moléculas que puedan interferir con su función y luego extrapolar estos datos al coronavirus“.
Ese componente llamado papaína, es una enzima y se observa como un líquido blanco que surge al momento de pelar una de ellas. Ese elemento podría convertirse en un fármaco para inhibir la expansión del virus en nuestro cuerpo.
“Las enzimas son proteínas que lo que hacen, en este caso particular, es destruir a otras proteínas y abrir camino en los tejidos. Podrían servir de molde eventualmente para estudiarlos”, Mario Faúndez, profesor de Farmacología Universidad Católica
Esto es porque los medicamentos surgen como la solución más cercana frente a la lejanía de una vacuna. El objetivo es detener los decesos.
Un dato en etapa preliminar que se suma a la serie de antecedentes que van surgiendo para lograr descifrar el complejo acertijo clínico en que se ha transformado el COVID-19.